13.11.05

cortauñas


Hoy lo he encontrado por casualidad.
Un viejo cortauñas que me regaló hace muchos años, cuando yo era niño, mi padre. Llegó muy contento una noche, porque había comprado uno para cada uno de sus hijos; y nos dio a elegir. En aquellos tiempos no fluía el dinero como ahora y cualquier compra fuera de las necesidades básicas era un lujo para familias obreras como la nuestra. Todos nos parecieron bonitos; y su gesto lo mejor; sobre todo restrospectivamente. ¡Hay tantas magdalenas de Proust!

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