3.3.07

La muerte

Ha estado rondando por aquí en las últimas semanas. Primero fue el padre de un estimado amigo, luego alguien de mi propia familia. Y más recientemente dos personas que vivían muy cerca: en la calle Palomares. Un muro se derrumbó a consecuencia de unas (imprudentes) obras y les mató malhiriendo a su hijo. No he querido hacer fotos; no tendrá imagen este escrito. Aun pueden verse sus ropas colgadas en perchas; la intimidad de lo que fue el hogar de estos seres humanos; donde vivirían juntos momentos de alegrías y penas; rutinarios y excepcionales. Su vida, que ya no será.

No conocía a estas personas, aunque posiblemente me haya cruzado con ellos por la calle, o tal vez hayamos coincidido en el estanco o en la tienda de ultramarinos...y sin embargo, he sentido tremendamente su muerte. Estos días ha habido afluencia de medios de comunicación, de políticos y de público en nuestro barrio. Y numerosos comentarios, testimonios, rumores, contradictorias crónicas y opiniones. No sé qué es verdadero o qué falso. Según he oído el matrimonio se dio cuenta de que la casa se caía y se pusieron encima del niño para protegerlo, sacrificándose al unísono para salvarle la vida. Me quedo con este gesto, tierno y doloroso pero de un amor y una fuerza insuperables. Sus autores permanecerán siempre en mi recuerdo.

Pero la vida sigue y me veo obligado a señalar lo ahora práctico (y solidario). El vecindario ha abierto una cuenta para ayudar a los hijos. Si quieres ayudar puedes tomar nota de aquí.