12.1.08

Jornada intensiva


En los últimos años estamos asistiendo en España a un debate todavía no muy ruidoso sobre nuestros horarios. Incluso se ha creado una comisión nacional al efecto. Muchos de los que proponen su reforma se basan, como viene siendo frecuente para cualquier tema, en nuestra convergencia con el resto de "Europa". También se destacan las ventajas sociales de la flexibilidad de horarios.

Leyendo a unos y otros (por otra parte se parecen mucho) no dejo de estar de acuerdo con sus buenas intenciones (convivencia familiar, ocio...) pero sigue habiendo algo que no me acaba de convencer, que me hace sospechar porque no termino de colegir la concordancia entre los múltiples, diversos objetivos con que nos quieren vender la propuesta.

Y es que arguyen que la flexibilidad es buena, pero más adelante lo mezclan con la productividad, y entonces la cosa empieza a chirriar. Y más cuando se arguye que debemos tener los mismos horarios de otros países y, por ejemplo, cenar a la misma hora que en ellos. ¿Por qué he de cenar a la misma hora que un sueco en invierno si para él a las 4 de la tarde es noche cerrada? ¿Por qué cuando a finales de marzo o abril el aire tibio y perfumado de azahar nos invita a pasear debo estar acostado a las 9 de la noche? ¿debemos ignorar el distinto ritmo de la naturaleza en cada lugar?...Francamente no me convence.

Mi propuesta, mi aspiración, es más sencilla y no tiene recovecos ocultos: jornada intensiva para todos. Me parece un logro social; una prioridad por la que todos los trabajadores deberían luchar. Siete horas seguidas de trabajo y el resto, el otro medio día, para el ocio, la familia, las aficiones o los gustos de cada cual.

Que unos tendremos que trabajar de mañanas y otros de tardes o de noches, claro, pero dejando media jornada para nosotros como personas. Por la jornada intensiva, uno de los mayores logros de la clase trabajadora.