2.8.16

Vinilos vs. Música digital



Los discos de vinilo fueron pasando a la historia tras la aparición de los CDs, luego también heridos de muerte por el formato digital mp3 y los sitios web de música on line como Goear o Grooveshark, donde se podían escuchar gratis álbumes o canciones elegidas. Todo muy fácil y funcional. Incluso remasterizados para mejorar el sonido.

Entremedias hubo un breve intento de recuperar los vinilos incluyendo una versión digital para que los escuchásemos como quisiéramos. Solo compré uno de estos últimos en la, lamentablemente, desaparecida Fuentes Guerra; fue The Velvet Underground & Nico. Un disco excelente que he escuchado menos en digital que en vinilo; con su portada en la que se puede despegar el plátano que ocupa su fondo blanco.

Como me decía un compañero y amigo, lo del cambio del vinilo al CD fue un engaño, un camelo porque, entre otras cosas, con el CD se gasta menos materia prima pero el precio se mantenía. Opinión corroborada por un viejo amigo buen conocedor y amante de la música de nuestra generación.

Y es que, frente a la comodidad y limpieza del CD, o la música digital, sigo echando de menos las carpetas de los vinilos, su tangibilidad, fotos y textos. Además de su leve crepitar cuando se deja caer la aguja sobre ellos. Una aguja que ahora hay que comprar en sitios muy especiales y a precios desorbitados, pero que no deja de tener su encanto a pesar de las rayaduras, que a veces te obligan a poner una moneda de 5 céntimos de euro como antes hacíamos con las de 1 peseta, por ejemplo.

Algo parecido me pasa con los libros digitales. Y eso que dan muchas facilidades, como encontrar palabras rápidamente o guardar citas.

Posiblemente sea un fetichista (o un romántico) y me guste tocar, oler, volver atrás y adelante hacia las páginas cuya esquina he doblado (muchas) porque tienen pasajes interesantes. Igual que el tacto o su olor de imprenta.

No me importa mucho tener que levantarme cada 20 minutos para darle la vuelta al vinilo, con lo fácil que es escucharlo de un tirón en digital; o escuchar varios álbumes seguidos sin dejar la poltrona y no como “antiguamente”, cuando el máximo lujo era tener un plato de tocadiscos que te permitía apilar varios discos para tu comodidad que iban cayendo y reproduciéndose automáticamente. 

Y ahora, recurro a uno u otro sistema según lo que esté haciendo, por comodidad o por gusto. El vinilo tiene su ritual y es para disfrutar el momento. Lo digital es para salir del paso, para rellenar el tiempo por necesidad. Necesidad y urgencia frente a goce sin prisas.

Mientras escribo esto oigo el Rock & Roll Animal de Lou Reed. En vinilo.

¡Qué le vamos a hacer!


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