21.9.16

Denigrando a los docentes ¿Deporte nacional?




La imagen que encabeza esta entrada u opinión está tomada de la revista de la compañía de telefonía móvil YOIGO del presente mes de septiembre. 

Este anuncio me parece claramente denigrante para los docentes. Aunque también para los padres, aunque su objetivo sea adular a estos últimos para que consuman. Una desvergüenza. Y es que el capitalismo no  tiene reparos a la hora de luchar por sus beneficios. No tiene ética de ningún tipo. Se le permite todo.

La frase, aunque corta, no tiene desperdicio: de ella se deduce que los hijos (que se tienen voluntariamente) son una carga para los padres y que la llegada de septiembre y el curso escolar son una “liberación” para esos padres y madres, porque cuando llegue septiembre lanzarán a sus vástagos (voluntariamente tenidos, insisto) para que sean soportados por el profesorado (“que para eso está”). Y este mismo razonamiento, naturalmente,  es el que aplican sus hijos cuando están en el instituto:
“Tiro el papel al suelo porque para eso están las limpiadoras”. Un “razonamiento” perverso que aprenden muy bien de sus padres. O tiro la lata de refresco en la calle porque para eso está SADECO y además porque mis padres hacen lo mismo cuando van en coche o por la calle.

No saben el daño que hacen, padres e hijos, a la sociedad; a la educación universal y gratuita que tantos años ha costado conseguir. Y que tanto gasto supone para los contribuyentes (tengan o no tengan hijos). Es la cultura del “yo”, tan arraigada en España, sobre todo desde la llegada de la “democracia”. En la cúspide de esa “cultura” se encuentra la clase política española, cuya corrupción, cuyo ego, nos sorprende cada día (“Del rey abajo ninguno” de nuestros políticos). Pero esa es otra historia. Y en este blog queremos evitar hablar de la pestilente política. Padres, políticos y sociedad echan “balones fuera” y cargan toda la responsabilidad sobre el profesorado. Y tratan de hacerle responsable, en las 30 horas semanales que tienen contacto con sus alumnos, de las 168 horas que tiene la semana, de los comportamientos, logros o deficiencias que presentan sus hijos. La demagogia, bien utilizada por la casta política, hace hincapié en los "privilegios" de maestros y profesores: ¡Tienen 3 meses de vacaciones! Y “Un buen sueldo”. Pero las cuentas no salen; y no salen porque, desde el poder, se fomenta la falsedad y la demagogia, y la mayoría de la sociedad acoge estos falsos tópicos con desconocimiento y alegría; porque así pueden echarle la culpa a los “otros” (el profesorado)...

Veamos los datos: los profesores acudimos a nuestro centro educativo por los menos hasta el 30 de junio. Y, supuestamente, volvemos el 1 de septiembre. Eso serían 2 meses. Pero eso también es falso. En primer lugar porque después del 30 de junio muchos profesores siguen teniendo que acudir al centro educativo para resolver problemas burocráticos o porque son directivos. Y otros se dedican a la formación (asistencia a cursos de reciclaje, actualización, etc...). Es lo que se llama el “trabajo invisible”, aumentado por las nuevas tecnologías, gracias a la cuales cualquier alumno que ha suspendido una asignatura se dirige al profesor para preguntar dudas de cara a las prueba de septiembre, por ejemplo. Y el profesor tiene que preparar las pruebas de septiembre y si vuelve el 1 de septiembre, esas pruebas las tiene que preparar durante las “vacaciones” de verano. En fin, es como si dijéramos que los empleados de banca trabajan 5 horas al día (porque es cuando las oficinas bancarias están abiertas) o los médicos de familia 2 horas al día (cuando la consulta está abierta), sin tener en cuenta el trabajo que se hace antes y después de abrir el banco o la consulta (ponerse al día de nuevos medicamentos, de nuevas enfermedades, de nuevos tratamientos...)

A mí, y no dudo que a la mayoría de mis colegas de profesión, nos gustaría trabajar de las 8 a 15 y después desconectar. Pero en este trabajo no se desconecta nunca: preparar las clases para el día o semanas siguientes, alumnos (personas) que te preocupan y no dejas de darle vueltas a la cabeza para sacarlos de sus problemas. O cuando estás de “vacaciones” o de viaje y no dejas de pensar en como sacarle partido didáctico a lo que estás viendo. Y no hablemos de las “excursiones” o viajes de curso, que la mayoría de los padres y madres juzgan como unas vacaciones pagadas para el profesorado asistente, el cual tiene que estar 24 horas al día pendiente del alumnado: enfermedades, problemas en hoteles, sobre todo noche. He participado en muchas de ellas, porque me gusta y porque pienso que son beneficiosas para el alumnado. Y he sacrificado mi tiempo personal y familiar. Pero solo una minoría de padres me/nos lo han agradecido a la vuelta. Aunque no me/nos importa; hay gente para todo, como reza el dicho, y mi profesión, nombre que procede de “profesar”, me la tomo en serio, como la mayoría de mis colegas.

Y siguiendo con el tema de los míticos “3 meses de vacaciones” y dejarlo cerrado, he de decir que las “vacaciones de Navidad” no son 3 semanas, ni siquiera 2, porque, a saber: los días 25 de diciembre, 1 de enero y 6 de enero, son festivos para todo el mundo. Y muchos, muchos trabajos (públicos o privados) tienen también libres o media jornada los días 24 de diciembre (Nochebuena) y 31 de diciembre (Nochevieja) y además se pueden montar un puente, de modo que las distancias con las vacaciones de Navidad se acortan enormemente. Y las vacaciones de Semana Santa son 3 días, porque desde el Jueves santo, todo el mundo disfruta de días festivos. 

En cuanto al sueldo, que decir: cobramos por haber hecho una carrera universitaria larga y dura (5 años) y luego haber preparado unas oposiciones a las que puede presentarse quien reúna los requisitos (haber hecho esa carrera de 5 años y haber trabajado duro preparando las oposiciones) cosa que a los más afortunados les he costado cursos y al menos 1 año de estudio, si no 2 o 4 o 5. Sin cobrar. Ni en la carrera ni en los años dedicados a preparar las oposiciones; al contrario: pagando la matrícula de la Universidad, los cursos preparatorios y las oposiciones, que cuestan dinero; dinero que pierdes si no las apruebas y te tienes que volver a gastar en la siguiente convocatoria. Cuando las apruebas, tienes ya un trabajo, un trabajo que posiblemente es para siempre, seguro. Pero de ninguna manera retribuido como en otras profesiones de tu mismo rango (el grupo A), tal como ocurre con jueces, médicos o cuerpos de gestión del Estado. Cuando un sanitario, por ejemplo,  (y no trato de denigrar, porque me parece lógico y prudente) hace una guardia por la noche, tiene derecho a 2 días de descanso. Cuando un profesor o profesora hace una excursión de 1 o 7 días no tiene derecho a nada, y al día siguiente, aunque haya regresado a las 11 de la noche, tiene que acudir al centro educativo en sus horas de clase.

Me rebela el que la gente trate con tanta saña al profesorado (y siento tener que volver a la política) cuando nuestros diputados y senadoras se tiran la mayor parte de su tiempo de “vacaciones”, aparte de las oficiales que van desde finales de junio a  principios de septiembre. Además de Navidad y S. Santa. Y además cobran unas sustanciosas dietas cada vez que tiene que acudir a Madrid o a la capital de su Comunidad Autónoma a la reunión del Parlamento. Nada de esto ocurre con los profesores, que cuando son destinados fuera de su lugar de residencia se tienen que pagar, de su propio bolsillo el desplazamiento y la residencia (hotel, hostal, alquiler de una vivienda lejos de su familia...)

¿Es que la gente no ve esto o no lo quieren ver?. Hay un caso reciente, no el único (¡Ojalá!) que ha saltado a la luz pública: la senadora Rita Barberá, imputada en un caso de corrupción multimillonaria, lleva 78 días (casi 3 meses) sin acudir a las reuniones del Senado, del que cobra casi 6.000 € mensuales. ¿No le ponen falta? ¿No le descuentan los días sin trabajar-acudir, como ocurre en todos los trabajos? Pues no. ¿Se ha indignado la gente por este asunto como protestan por las “vacaciones” y el sueldo del profesorado? Pues tampoco. Y es que se ha convertido al profesorado en “cabeza de turco” o víctima propiciatoria de todo este desmadre político, pero también social, que venimos sufriendo.

Una sociedad que denigra, que desprecia a los maestros o profesores es una sociedad enferma. Muy enferma. Desde la antigüedad los maestros han sido respetados y preciados. Han sido venerables, como dice un colega. Pobre el futuro que nos/os espera; que oportunidad desaprovechada por la comodidad y la demagogia que marchan de la mano.

Entré en esta profesión porque me gustaba, porque pensaba que me permitía ayudar, orientar, enriquecer a los jóvenes. Y hoy se ha vuelto vomitiva gracias a los cómodos y a los demagogos políticos que nos desgobiernan.

Estoy deseando poder jubilarme, de abandonar esta podredumbre. Y eso que amo mi profesión.

Lamentablemente seguiré como cliente de YOIGO, porque las leyes de capitalismo así lo dictan: es lo que me sale más barato. El capitalismo es salvaje, pero no tonto. Por eso sabe bien dirigir sus mensajes según le convenga. Según sus intereses económicos. Pero si tuviésemos una ciudadanía crítica, no aborregada, no acomodaticia, las cosas serían distintas.

Es mi mayor ilusión, como profesional y como persona.

Amén.