12.6.17

Amores



Sin duda, si hay algo opuesto a la razón  es el amor. La razón la tenemos inoculada desde la Ilustración; como si fuera en remedio, o antídoto contra todo. Es mentira. Ya muy pronto Goya, que vivió esa época de exaltación de la Razón, acabó concluyendo que la razón produce monstruos. Y ahí andamos (o ando).

El amor surge de cualquier manera. Inesperadamente. Por que sí. Es exuberante, como una planta; si te planteas el porqué o el cómo existe esa planta en ese lugar, te acabas convirtiendo en un entomólogo, un racionalista, un ser frío, aunque muy científico (jajajaja!).

Se me ocurren un montón de canciones  al respecto: creo que la canción es la mejor forma de comunicación de nuestra época. Y para no aburrir enlazo solo una de Bruce Springsteen de un disco que me gusta mucho y cuyo vinilo (The River) tengo y escucho desde hace más de 30 años, cuando no era famoso: Se llama Hungry Heart y se puede escuchar pinchando en el título.

Amor y amistad derivan de la misma palabra. Ambos conceptos son muy importantes para mi. El amor es un sarampión agradable pero pasajero, al menos en su intensidad. La amistad perdura, aun sin parecer tan intensa. Tiene un largo recorrido. Parafrasendo algo que he leído en algún libro o sitio: “La estrella que refulge fuertemente tiene una vida corta”. Y no me considero un cortoplacista, aunque los fuegos artificiales también me agraden.

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