Vista exterior
La verdad es que en mi anterior viaje a Oporto dejé de ver este edificio moderno, dada la riqueza de patrimonio histórico artístico de la que es la segunda ciudad más importante de Portugal.
En esta ocasión disponía de tiempo para visitar esta joya de la
arquitectura moderna obra del arquitecto Rem Koolhaas, el que diseñó el
frustrado “Palacio de Congresos” de Córdoba que tanto dinero costó a la ciudad
y que, jocosamente, muchos amigos le llaman “La Pinza”. Y otro que tras sus “no
construcción” señala que la maldición del emir sigue viva, refiriéndose a al-Hakam I tras la “Rebelión del arrabal” (de Saqunda), que una vez sofocada el
omeya mandó asolar, cubrir de sal y prohibir y maldecir cualquier construcción en esos terrenos para la eternidad. Hechos que quedan fidedignamente reflejados
en su recientemente libro de historia llamado “La odisea de los rabadíes”.
Pero, volviendo al edificio del que nos ocupamos, he decir que
para verlo optamos por una visita guiada en inglés. La visita,
que duró casi una hora, fue muy instructiva.
El edificio se incrusta en una zona histórica de la ciudad. Y digo
“se incrusta” porque así lo concibió el arquitecto cuando recibió el encargo:
como un meteorito caído en la ciudad; de ahí
sus alrededores alabeados.
Su exterior es geométrico, de una geometricidad irregular con
numerosos planos y aristas faltos de cualquier simetría. Resulta moderno pero
también chocante en el entorno en que se halla.
Pero su interior no defrauda: es una caja de sorpresas. Aunque
gran parte del edificio esté dedicada al auditorio o sala de conciertos, hay
otros espacios más pequeños dedicados a otros usos: didácticos, de investigación
acústica, ensayo e incluso una cafetería desde la que se tiene acceso visual y
auditivo a la sala de conciertos, gracias a las
dobles vidrieras onduladas que el arquitecto ha utilizado para mejorar la
acústica a la par que aislar del ruido cafeteril.
Y siguiendo el tópico, su belleza (o mérito), reside en el
interior; pues no se trata de un mero teatro o auditorio: es verdaderamente una
“Casa de la Música” donde se puede hacer todo lo relativo a este arte:
escuchar, experimentar, vivir la música en todos los sentidos. Y utilizando las
nuevas tecnologías.
El autor y su equipo se documentaron muy bien para llevar a cabo
este logro: nuevos materiales y nuevas ideas para hacer del edificio un
auténtico “Templo de la Música”. Y el funcionalismo, como los asientos
extensibles de su auditorio que permiten a cualquier persona ocupar o desocupar
su asiento sin molestar a los demás asistentes. Un auditorio moderno que
incorpora un órgano azul y dorado del siglo XVIII que no desentona.
También los paramentos flexibles de alguna de sus salas facilitan
la propagación del sonido, aunque algunos de ellos se hallan erosionados debido
a la curiosidad del palpar de sus visitantes (entre los que me incluyo). Pero
es que, además, integra armónicamente los típicos azulejos portugueses en tan innovador edificio.
En fin, un lujo que no debemos perdernos y que fue diseñado con
ocasión del nombramiento de Oporto como Capital Europea de la Cultura en 2001.
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