30.12.17

VIAJE A EGIPTO 2017 (VI)


Isis lactante alimentando al faraón, a la manera de las vírgenes lactantes del cristianismo.

6ª Jornada: Abydos y Dendera

Dos lugares interesantes que no conocía en directo.

Obydos (o Abydos, porque también lo podemos encontrar así) fuer el primer lugar en visitar este día. Allí se encuentra el templo de Seti I y en su interior, y a un nivel inferior, el Osirión, con presencia de agua estancada. Dentro del templo de Seti pudimos contemplar las listas reales grabadas en relieve. 

Luego nos trasladamos al templo de Dendera, dedicado a la diosa Hathor, de época ptolemaica, famoso por su horóscopo (el primero conocido)  que se desarrolla en dos partes en su sala hipóstila, la cual presenta bellos capiteles hathóricos polícromos, y resumido en la llamada “Losa de Dendera” que cubría una pequeña sala o capilla hoy techada por una réplica, ya que la original se encuentra en el Museo del Louvre, donde ya la había contemplado cuando mi hija, Elena, era pequeña (en los años 90).


Vista parcial del Zodíaco en la sala hipóstila de Dendera

El exterior del templo presenta unas curiosas gárgolas con cabeza de león, de clarísima influencia griega (como algunos de sus relieves), aunque ornamentadas en sus laterales por jeroglíficos sobre los que A. Suárez mostró gran interés.

No recuerdo bien si esa u otra noche Antonio y y decidimos probar suerte en el restaurante del hotel a la hora de la cena descolgándonos del grupo que nuevamente regresó al restaurante habitual. La cena fue excelente, a la carta y con vino. Manteles y servilletas de tela y poco público. Y el precio resultó irrisorio por los dos: 270 libras egipcias (20 L.E. = 1 €); y aun más teniendo en cuenta que me invitó Antonio.

Yo tomé una ensalada (necesitaba tomar verdura ya, aunque conocía el riesgo al que me exponía por estar lavadas con agua del grifo, poco recomendable para aparatos digestivos occidentales). Con este abundante plato me quedé casi saciado, de modo que no pude terminar el plato fuerte, que elegí por parecerme ligero y comer pescado. Creo que era perca del Nilo o algo así, y me la sirvieron en un cuenco de cerámica alto y caliente, con una cubierta a base de una especie de pisto que me lo hizo exquisito pero que fui incapaz de terminar. El postre ya no tenía cabida.

Luego me retiré a la habitación y fumé en su pequeña terraza-balcón que tenía enfrente la pequeña iglesia copta a la que anteriormente me referí, pero con la magnífica vista nocturna del Nilo al fondo.


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